lunes, 15 de diciembre de 2014

I'm going to make a cake...

Todo lo que no ha llegado desde el azúcar será depurado en el fuego. La carne será quemada y limpiaremos los huesos de todo lo que no permanece blanco. No es otra cosa que desollar la mentira del cuerpo de la verdad. Con un cuchillo curvo les mostraré, ejemplificando con una manzana. Todos practicaremos mondar una manzana. Piensen el rojo de la piel como eso impuro que ha de despegarse con habilidad de la pulpa. Luego de mondada la manzana, trozaremos la pulpa hasta dejar solamente el corazón expuesto, intacto: el talego de las semillas que son la posibilidad de algo verdadero que crecerá algún día.

Luego de haber practicado con las manzanas, podremos aplicar el conocimiento adquirido en los cuerpos. Es importante que piensen en el objetivo de esta tarea y no se concentren en cosas tales como labios, párpados o el olor. Especialmente el olor puede ser perturbador. Personas sujetas a muertes violentas suelen disparar un torrente de toxinas en sangre y es lo que genera ese olor acre. Lo llamamos el olor del miedo: es de cuando se toma conciencia de que la muerte se ha anticipado y el verdugo se alza ante la presa. Este olor lo reconocerán también en los conejos y ciervos salvajes cuando los cazadores los traen aquí para faenarlos. Desaparece con el primer hervor.

Si el olor les resulta un factor de interferencia en su trabajo de desollar y trocear los cuerpos, les recomiendo atarse al cuello un puñado de hierbas aromáticas. Menta y lavanda con una rama de romero por ejemplo.

Piensen en la importancia de su tarea. Han sido elegidos para separar la paja del trigo, lo puro de lo contaminado: son preservadores del hueso blanco de la historia, para la posteridad, para sus hijos y los hijos de sus hijos.

Comenzaremos con una manzana machucada. Es una práctica valiosa para cuando tengan que lidiar con cuerpos mutilados. Desarrollarán l pericia necesaria para separar las partes de la fruta cuando la pulpa está golpeada y esta misma destreza la aplicarán para los cuerpos que vengan estropeados. Considerando que un 75% de los cuerpos que recibimos vienen en malas o muy malas condiciones, es que he incorporado esta práctica que ha demostrado ser muy necesaria.

Los primeros días de trabajo con los cuerpos serán los más duros. Separaré de entre ustedes a los que no sirvan para la tarea y créanme que lo sabré a las pocas horas de haber comenzado a monitorearlos. Solo los mejores pueden quedarse. Esto no es por votación: yo decido y tengo la primera y la última palabra. Los refinaré como azúcar en el fuego y se endurecerán para que pueda florecer el talento innato que cada uno de ustedes elegidos lleva dentro de sí.

Hoy comenzaremos con manzanas caramelizadas. Un pequeño placer no puede hacernos daño, ¿verdad? La superficie del caramelo dificultará la primera incisión y es preciso que hiendan la punta del cuchillo en un ángulo de 45 grados para que puedan colocar la punta de la hoja entre la piel caramelizada y la pulpa. Si alguno se cortase, utilice azúcar sobre el corte que es un gran cicatrizante.
El ejercicio con la manzana caramelizada lo encontrarán especialmente útil cuando tengan que lidiar con un cuerpo estropeado por el fuego: la ropa y la piel se funden en una sola capa quebradiza y es muy difícil desollar bien y en el tiempo asignado. Ahí recordarán esta tarde de manzanas caramelizadas.

Serviremos té de hibisco y lenguas de gato para cerrar la jornada de hoy.

Recuerden: somos los portadores de la pureza. El azúcar es nuestro sello y la señal que nos diferencia de los demás. Nuestra misión, aunque incomprendida por tantos, es una misión sagrada. En este círculo de luz donde habitamos, no hay  bien o mal, sólo el mandato del azúcar, nuestros cuchillos curvos inclinados sobre nuestras presas, el trago de sangre que bebemos de los cuerpos para sellar la ceremonia y el hueso blanco que extraemos de la carne tumefacta para construir el templo que honre nuestro legado y dé testimonio de esta gran obra.

Bebamos el sorbo sagrado para comenzar a trabajar.