domingo, 15 de febrero de 2015

estrellas despiertas en la noche

Entonces con la boca mirando al cielo, un poco de infancia escapa de la garganta
El ojo abierto a lo que vendrá, la mano abierta a lo que vendrá, el cuerpo listo para ser sembrado luego del barbecho
Lo atado al tronco de la desidia se desatará librando lo muerto, cantaremos todos una canción nueva, una alabanza a lo venidero, una oración a lo que aún ido, permanece viajando en la memoria de la sangre –abuelas entretejidas, mapamundi de historias atravesándonos, ribera con sus puentes para cruzar y saber mirar desde el lugar del otro, ubicando el pie en la huella prójima
Mis hijas adornadas con los brazaletes de una risa primigenia, cascabel y adorno, pluma de coatí que encanta la miel de la selva en el corazón de la estepa escandinava
Ellas dominan el arte de dividir el agua en dibujos de nervadura para que los insectos y las personas hallen la gota exacta que el cuerpo necesita para avanzar un paso más, el definitivo hacia la lumbre que circuncida la oscuridad, dejándola sin techo, porque se ha de habitar una casa sin techo para poder contemplar las estrellas despiertas en la noche y entonar los cantos de alabanza que enseñaron los antiguos a muchachitas como mis hijas, que adornadas en la espuma de los días, cantan y bailan los secretos aprendidos, para que sean de todos, como el pan y la paz, como la palabra dada. 

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